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ALGO PARA DESCUARTIZAR

Como si se tratara de un concurso, ésta semana tenemos dos historias más, brevísimas, dentro del mes en el que el Gore se adueña de la inspiración.


Andrés estaba picando carne en la cocina, tarareando bajito una canción vieja, disfrutando su momento. En el reflejo de la puerta del horno le pareció ver un movimiento detrás suyo que lo detuvo por un momento, pero no vio nada más y, para ser sincero, no se estaba fijando, así que pudo ser cualquier cosa. Dejó de tararear y se concentró en una unión de huesos, haciendo presión con el cuchillo de hoja ancha. Inmediatamente después de separar las dos partes, un sonido de algo rascando la pared, como un plástico o unas uñas, encendió sus alarmas. Dejó el cuchillo sobre la carne y se giró, limpiándose las manos en el delantal. Al instante reconoció que era el viento el que movía la cortina, en ocasiones haciéndola rozar con la pared. Suspiró mientras negaba con la cabeza, como burlándose de su miedo. Nadie lo descubriría descuartizando el cadáver del conserje.

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UNA BASURA DE RUTINA

El trabajo de recolector de basura no era tan malo. Tal vez porque había pasado su infancia entre escombros, en los vertederos, buscando material de reciclaje, Manuel ya no sentía que los olores fueran nauseabundos ni que corriera peligro de infectarse. De hecho, el municipio le había dado un uniforme con unos incómodos guantes verdes que eran prácticamente impenetrables. Su tarea consistía en arrojar las bolsas dentro del camión compactador de desperdicios. Era un oficio arduo y monótono, pero al hacerlo tan deprisa el tiempo se pasaba muy rápido. No prestaba mucha atención cuando un soporte de cortina se atascó, impidiendo que las bolsas entraran desde lejos. Manuel, sin asco, empujó el soporte a mano limpia. Un repentino movimiento del camión lo hizo caer, mientras la platina lo presionaba hacia adentro. Manuel golpeó la platina con fuerza y desesperación, sus gritos hubieran conmovido hasta a un asesino en serie, de oírlo. Pero nadie escuchó su lamento, y la salida continuó cerrándose lenta y firmemente.



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