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EL PATIO DE LA ESCUELA


Sin anestesia, sin más preámbulos que estas palabras, un pequeño acercamiento a un mundo desconocido.




En letras plateadas refulgentes, la primer palabra del anuncio en sus manos, con mucha dificultad y poca velocidad, Samuel leyó:

"Madeplast® dispone de la mayor gama de juegos de patio infantiles. Nuestros juegos de exterior para niños son resistentes y de alta calidad para los patios de escuelas y colegios. Madeplast le equipa el patio de su escuela con los mejores materiales, seguros para los niños y de gran calidad. Disponemos de juegos en madera y en plástico desde hace 75 años. En este contexto, Madeplast se complace en anunciar el Concurso Intermunicipal de dibujo infantil, para que los más jóvenes muestren los juegos que más les gustan.

Este concurso ofrece a los niños la posibilidad de dar rienda suelta a su creatividad y expresar su estilo propio, al diseñar un patio de juegos para su colegio con todos los elementos que quisieran que tuviera. El dibujo deberá enviarse antes del 15 de Noviembre. Los ganadores obtendrán, además de la dotación de juegos para su colegio, un tour guiado por nuestras instalaciones, lleno de grandes sorpresas. ¡Anímate a participar!"

Samuel se quedó muy quieto mirando a Unúme y dijo: "Muraja meeki tugan, Kuminé pori poboriro" que, mal traducido por mí significa: "¿Qué quiere decir esto, profesor? ¿Para qué lo puedo usar?"

El profesor dio tres pasos hacia el pequeño Samuel y puso las manos sobre sus hombros. Sin dejar de mirarlo a los ojos, le respondió: "Tus dibujos son muy bonitos. Si esos señores los ven, puedes salir de la comunidad y estudiar con ellos y después venir a enseñarles a los niños. Tal vez puedas hacer hasta el bachillerato y saber mucho más que yo".
Las largas y lisas pestañas de Samuel no eran suficientes para ocultar sus ojos y mucho menos para disimular su asombro. No había entendido mucho, pero sabía que esto era algo importante.

Al llegar a su casa, lo que nosotros seguramente llamaríamos choza, Samuel buscó a su hermana. Lucy estaba alistando los plátanos para asar, aunque aún no alcanzaba bien al fogón. Ellos no se hablan en Español pero ni tú ni yo sabemos Urubu-tapuyo así que, aunque Samuel dijo: "Tataracumai meeki, Dau pori kugan", supondremos que dijo "El profesor me puso una tarea. Debo dibujar". "¿Qué vas a dibujar?", le preguntó Lucy mientras hacía fuerza para romper un plátano con la mano. "Unos juegos y una cosa llamada patio. ¿Sabes qué es un patio?". Después de pensarlo un momento, Lucy recordó el libro de definiciones en Español. Con dificultad pero más velocidad que su hermano, leyó: “Espacio descubierto en el interior de un edificio al que dan algunas estancias.// Lugar de juegos durante el recreo en el colegio”.

Samuel entonces hizo un dibujó del riachuelo donde iba a jugar, lleno de plantas, peces y niños felices, y lo llevó con alegría. El profesor miró la hoja por ambos lados y dijo: “Es un buen trabajo pero tienes que ponerle los muebles que están en el papel que te di”. Samuel no entendió qué tenían que ver esas cosas con lo que le había dicho su hermana que dibujara: un lugar de juegos.

Al finalizar la clase del siguiente día, Samuel presentó su nuevo dibujo, fiel copia de lo que había en el volante. El profesor quedó maravillado con los trazos y los colores, pero se dio cuenta de que no había ninguna persona en el dibujo. “¿Dónde están los niños?”, le preguntó. Samuel señaló montaña abajo donde se veían sus amigos caminando hacia el riachuelo, y se quedó observándolos con deseo. El profesor Unúme tuvo un baño de recuerdos y dijo: “Vete a jugar, Samuel”, mientras guardaba el dibujo que nunca enviaría.