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DESCONFIA DE ALGO


De entrada se puede suponer que este relato debería ser largo por tooodo el tiempo que se demoró en ser publicado. Pues no: por políticas de la empresa, los relatos aquí publicados tienden a ser breves. Y no hay género más difícil para trabajar con pocas palabras, que este.








Catalina tomó su saco con asco del puesto del lado un instante antes de que un hombre se sentara junto a ella. Viajar en bus la desesperaba por las aterradoras figuras con malas caras y peores voluntades, como su vecino de silla, con zapatillas negras de letras plateadas y ropa ancha pasada a naftalina, rematado con un peinado meticuloso y grasiento, tipo años cincuenta.

Catalina se bajó dos estaciones más adelante para la interconexión, llevándose la desafortunada sorpresa de encontrar al personaje también en el nuevo bus. El hombre se bajó en el mismo paradero que ella por lo que se quedó mirándolo, aunque él parecía distraído y desinteresado. Tal vez Catalina estaba siendo paranoica.

Catalina caminó por las pestilentes calles del barrio con la incómoda sensación de estar siendo observada. Tantas personas hicieron difícil determinar si alguien avanzaba con ella. Ya al frente de su puerta, Catalina buscó con ansiedad las llaves de su casa. No estaban en el bolsillo y por más que revolvía sus pertenencias, éstas no aparecían. Un tintineo familiar sonó junto a su oído izquierdo. Catalina se giró y encontró a su vecino del bus, esbozando una sonrisa que le pareció macabra.




Ahora la tarea: ¡Pero no te asustes! No te costará mucho. Me gustaría que, si te parece interesante la historia, las compartas en tus redes sociales (Google+, Twitter, Facebook, Menéame, etc)… Será para mí un gran favor.

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